Los grandes cambios que en los últimos años han ocurrido en la sociedad mundial y en la de nuestro país, han tocado también la estructura, funcionamiento y valores de la familia; y allí se expresan muchas variantes que poco a poco van ganando espacio, como es el caso de la adopción.
Una alternativa por la que optan quienes quieren ampliar su familia, independientemente de que puedan o no concebir hijos biológicos. Es más enfocarse en darle la oportunidad a un niño de crecer dentro de un ambiente familiar, con el que no cuenta por una cantidad muy variada de circunstancias.
La adopción no es algo nuevo, pero sí es novedoso algunos ajustes en las leyes que han abierto el campo para que cada vez más niños puedan tener un hogar. En Argentina lo relacionado con este tema se rige por el Código Civil y Comercial de la Nación, que establece las condiciones en que se puede solicitar.
La adopción puede ser solicitada por un matrimonio (del mismo sexo o de difrentes sexos), los integrantes de una unión convivencial, una persona soltera, viuda o divorciada. Lo que se pide es tener 25 años de edad, ser argentino, naturalizado o con cinco años de residencia e inscribirse en Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos.
Los expertos coinciden en que no existe una preparación que sirva para todos los casos, pero en términos generales recomiendan contar con el apoyo de un profesional que brinde la asesoría legal y psicológica que se requiere. También es clave hablar con familias que ya hayan adoptado, para conocer la experiencia, los procesos y detalles de interés.
Es un tema delicado y una decisión que requiere determinación, pero que a largo plazo es una opción de paternidad que brinda beneficios emocionales amplios y ayuda a miles de personas a contar con una familia.
Psicológicamente los padres adoptivos suelen tener una satisfacción muy grande, les brinda la experiencia de criar a un niño y supone la superación de un obstáculo en el caso de quienes no pudieron o no tuvieron la oportunidad de procrear.
Por otro lado, le provee a los niños la posibilidad de contar con una familia, crecer sanamente, una opción que tal vez no tendrían con su familia de origen. La empatía con este nuevo miembro de la familia, dependiendo de la edad, se va formando progresivamente.
Se pueden presentar situaciones de temor o rechazo, ira, actitud desafiante o agresividad, o regresiones, pero cuando los adultos saben cómo proceder, todas estas dificultades suelen transformarse en fuertes vínculos amorosos y felices. De allí la clave de un acompañamiento profesional que ayude a facilitar la transición.