La riqueza energética de las frutas deshidratadas

Hace más de 3.000 años la humanidad descubrió que si colocaba frutas frescas al sol y se las guardaba bien después, estas conservaban su valor alimenticio y además se reducían en peso y volumen, lo que facilitaba su transporte.

Actualmente podemos conseguir una gran variedad de frutas deshidratadas, algunas de elaboración artesanal y otras industrial, en distintas presentaciones: solas, mezcladas con cereal o en barras integrales. El proceso de secado se sigue haciendo al sol, pero también en hornos o secaderos industriales.

Su consumo en la Argentina está ganando fuerza en los últimos años, aunque la mayor parte de la producción, principalmente en Catamarca y Mendoza, tiene como destino la exportación.

Las frutas deshidratadas son una gran fuente de energía debido a que durante su procesamiento se libera la glucosa y la fructosa que concentran el sabor azucarado y elevan el valor calórico. Esto las hace muy útiles como reconstituyente para deportistas o personas con mucha actividad física.

Uvas, ciruelas, higos, dátiles, manzanas, durazno, arándanos y naranja, figuran entre los que podemos encontrar en las dietéticas y el supermercado. Se calcula que 100 gramos de estas frutas proporcionan 270 calorías, eso es cuatro veces más que consumir 100 gramos de esas mismas frutas en su estado natural.

La deshidratación es un método de conservación y consiste, como su nombre lo indica, en eliminar parcial la humedad natural de la frutal. Al bajar sustancialmente el contenido de  agua, los microorganismos no pueden desarrollarse y así puede permanecer en buen estado a largo plazo aunque esté a temperatura ambiente.

En términos generales las frutas deshidratadas proporcionan vitaminas A y C que aportan ácido fólico y contribuyen a la multiplicación celular. Son fuente de minerales como hierro, calcio, magnesio y potasio. Además, fortalecen el sistema inmune, protegen de enfermedades degenerativas, gracias a que contienen fitonutrientes.

Por otro lado, estos alimentos son ricos en fibras insolubles que favorecen el movimiento intestinal y combaten el estreñimiento. También ayudan a disminuir los niveles de colesterol y ayuda a prevenir cáncer gástrico.

No obstante todos estos beneficios de las frutas deshidratadas es importante tener en cuenta que si bien las frutas deshidratadas su consumo debe ser bajo entre personas con sobrepeso (por la cantidad de calorías) y se debe evitar si existe diabetes.

Otras consideraciones importantes tienen que ver con la forma de adquirir estos productos. Los expertos recomiendan verificar que estén bien envasados (preferiblemente al vacío) y que cumplan con las normas sanitarias y de procesamiento, ya que si están mal elaborados, pierden mucho de su valor nutritivo.

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