“El té es un delicioso licor que suprime las causas principales de las penas humanas”. Kien Long – Poeta chino
Las infusiones herbales calientes son bebidas para refrescar el alma. Sus beneficios se conocen desde hace miles de años y algunas preparaciones como el té, son parte de largas tradiciones y ritos culturales.
Su presentación actual en forma de saquitos a veces nos distrae del origen natural de cada una de estas maravillosas plantas. Hojas, tallos o flores son los principales elementos de lo que encontramos en las bolsitas que compramos en el súper y su cultivo se reparte por casi todo el mundo.
El té, cuya preparación se remonta a casi 5.000 años de antigüedad, es el rey de las infusiones herbales. Numerosas investigaciones indican que beber té reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cáncer. Además, es antioxidante, baja el colesterol y el estrés, previene infecciones, combate la fatiga y fortalece los vasos capilares. Es altamente recomendado como bebida para quienes hacen dieta ya que no contiene azúcares ni calorías.
Otras hierbas se han ganado un lugar en nuestras tazas y también cuentan con beneficios para la salud. Es el caso de la manzanilla, cuyo té se obtiene a partir de las flores y tallos de esa planta. Su uso para aliviar los dolores de barriga, la diarrea y la indigestión, es el más conocido. También es útil para calmar irritaciones oculares y limpiar heridas leves.
Las hojas de menta, por su parte, son la base para una bebida que caliente o fría funciona como antiséptico, antiespasmódico y digestivo. Es un té muy apreciado por generar un buen aliento y su efecto refrescante.
Uno que no podemos dejar de lado es el té de boldo. Alivia malestares estomacales, es un excelente antioxidante y tiinflamatorio. Para quienes padecen enfermedades hepáticas es un complemento contra la piel amarilla.
¿Claves para una excelente infusión en casa?
Hay algunas claves para extraer todo el sabor y aroma de ese té que preparamos en casa. La primera es que el agua debe usarse cuando está en su punto de ebullición, es decir, debemos evitar que hierva. Para lo que sí vamos a usar el agua hirviendo para lavar la tetera, que por cierto es recomendable que sea de cerámica o porcelana.
Para servirlo se colocan los saquitos en la taza y se vierte sobre ellos el agua. Hay que dejarlos unos minutos para que el líquido haga su trabajo sobre las hojas, tallos o flores contenidas en la bolsita. También es importante guardar el té en un recipiente metálico cerrado, donde no le dé el sol, así se conserva su frescura y se alarga su duración.