La natación es considerada como una de las actividades físicas más completas que existen porque pone en movimiento hasta dos tercios de los músculos del cuerpo. Es apta para todas las edades, sin importar las condiciones de salud.
Esta práctica ayuda a mejorar la resistencia, la capacidad cardiorrespiratoria, la fuerza y la elasticidad. De esa forma funciona para prevenir factores de riesgo de muchas enfermedades y también como terapia para distintas afecciones y ayuda a mantener el corazón y los pulmones saludables.
La natación reúne los beneficios cardiovasculares de correr, algunas ventajas musculares del ejercicio de pesas y efectos potenciadores de la resistencia física vinculados a las clases de danza o aerobic. Además, aporta flexibilidad, en especial para las articulaciones de los hombros y la pelvis.
A diferencia de otras actividades como trotar, caminar o correr, nadar ayuda a ejercitar las articulaciones sin riesgo de impacto lo que resulta muy útil para evitar lesiones y para personas con artritis, artrosis, u obesidad.
Por otro lado, en el agua, los músculos trabajan con una carga mayor a la que puede generarse con otros ejercicios, es como entrenar con unas pesas, pero con una resistencia más suave cuando nos desplazamos dentro de la pileta o en el mar.
Un aspecto que se debe tener en cuenta es el estilo de natación que se utilice, ya que cada uno tiene sus características y nos ayuda a ejercitar zonas específicas. Por ejemplo, nadar al estilo mariposa implica un consumo energético muy alto, ideal para el control de peso; mientras que de espalda tiene grandes beneficios para la postura. Cuidar la técnica es importante para evitar lesiones, por eso se recomienda tener asesoría profesional.
Al nadar nos concentramos más en la respiración, lo que produce un efecto de relajación en el cuerpo y con ello la reducción del estrés. Esto es un aporte tanto a nuestro bienestar físico como mental, ya que contribuye a la tranquilidad, a calmar la ansiedad y como parte de las terapias para la depresión.
Cada vez más estudios científicos apuntan que este ejercicio aporta un impulso especial a la salud del cerebro, porque hacerlo de manera regular mejora la memoria, la función cognitiva y el estado de ánimo. Además, contribuye a reparar el daño causado por el estrés y crea conexiones neuronales.