Una de las características más importantes del ser humano es la capacidad de pensar acerca de sus pensamientos, es decir, tomar conciencia de su contenido y lo que esto provoca en sus emociones y en su cuerpo. En el manejo que se hace de esto radica el pensamiento positivo.
La psicología positiva surgió en los años 50 gracias a los estudios de Abraham Maslow y Carl Rogers, pero no fue sino hasta finales de los 90 que otro científico, Martin E.P Seligman, empezó a hablar de ella y popularizó un movimiento que ha encontrado eco en numerosos libros de autoayuda.
El pensamiento positivo no significa ignorar la realidad, sino buscar la forma de enfrentar lo desagradable de una manera más productiva. Se trata de tomar conciencia sobre el flujo interminable de pensamientos que nos dan vuelta en la cabeza y si daremos más espacio a lo positivo o a lo negativo.
Diversos estudios muestran que trabajar en tener pensamientos positivos genera beneficios para la salud como una menor posibilidad de caer en depresión, bajo nivel de angustia, mayor bienestar psicológico, reforzamiento del sistema inmune, entre otros.
Existen formas de identificar los pensamientos negativos. Lo primero que hay que hacer es reconocer cada idea que nos viene a la cabeza y concentrarnos en aquellas que nos generan bienestar. Es un darse cuenta constantemente, conectarnos con las emociones que se producen y cómo reaccionamos a lo que nos ocurre en la vida diaria.
“No hay drama” es una expresión muy conocida que nos puede ayudar a trabajar en nuestro pensamiento positivo. Porque podemos entrenar a nuestra mente a que no dramatice, es decir, a que no anticipe lo peor, no nos victimicemos o sintamos culpables.
Apliquemos a este tema otro término argentino: la grieta. Tendemos a pensar que todo lo que nos ocurre es bueno o malo, eso genera una grieta en nuestros pensamiento. Muchas personas creen que tienen que ser perfectas o de lo contrario son un fracaso total. Y no es así, la vida está llena de matices, hay una amplia gama de grises entre el blanco y el negro.
Finalmente, procura que el pensamiento positivo sea algo que disfrutes y te relaje, evita obsesionarte con la idea de que siempre debes estar bien y sacale provecho a los bajones.
Recientemente distintos estudios analizan cómo funcionan las emociones y aunque la psicología positiva puede ayudar a algunas personas, podría ser dañina para otras, pues puede fomentar sentimientos de fracaso, tristeza o incluso depresión.
Algunos expertos señalan que no hay que evadir los pensamientos o sentimientos, sino reconocerlos como parte de la realidad y desde allí tomar la decisión y decir: voy a cuidarme, apoyarme en las personas que amo o simplemente dejarse ser.
Recordá que no es algo con lo que debes lidiar en soledad. Familiares, profesionales de la salud mental y otras personas están allí para ti.