En casa, en plena vereda o en la entrada de la juguetería en un centro comercial. En cualquier sitio puede producirse un evento de rebeldía infantil. Aquellas sacudidas, pataleos, gritos y llantos que estresan a los padres. Los especialistas dicen que son inevitables, pero hay estrategias para sobrellevarlos de manera constructiva y sin excesos.
Conocidos también como berrinches, los veremos con cierta intensidad entre los 12 meses y el cuarto año de edad. ¿Por qué en ese momento? Pues se trata de un paso en su crecimiento, específicamente porque su cerebro va madurando. Las características dependen mucho del contexto familiar, el manejo que hagan los padres y de la edad, pero en general el niño empieza a interactuar mucho más para exigir espacio, cosas o atención.
El estallido se produce cuando no consiguen lo que quieren, sin importar lo pequeño o insignificante que a los adultos les parezca. Es precisamente una etapa donde comienza a formarse lo que los expertos llaman “tolerancia a la frustración” y es una oportunidad única para el establecimiento de límites.
Cuando ocurren estos episodios es importante no ignorarlos. Así como las frases graciosas, las primeras palabras y los gestos tiernos, esto también es parte del proceso de crianza. No prestar atención intensifica su frustración. También pone un poco de combustible si vos te sumás al berrinche, es decir, respondés con gritos, golpes o amenazas. Entonces, ¿cómo controlarlos sin excesos?
* Procuremos la calma. En el abordaje de la situación está la clave. La recomendación de los expertos es ponerse a su altura, es decir, agacharte para hablarle con serenidad. Si estás en un espacio público, procurá un lugar tranquilo o apartado de la vista de todos. Mientras no pare de llorar o sacudirse es inútil retar o tratar de hablarle.
* Hablemos mirando a los ojos. El contacto visual ayuda a que tu pequeño entienda que estás allí y te estás ocupando de la situación. Mantente firme en la situación e invita a la calma. Puede ser pidiéndole que diga qué le molesta, contar hasta 10 o hacer respiraciones. Mostrale alternativas a lo que quiera, pero evitar concederle su deseo solo para calmarlo.
* Después de la tormenta. El rato que dura el berrinche parece eterno si no te entrenás para afrontarlo. Ahora, desde su punto de vista, sí fue eterno, su capacidad de control emocional está apenas empezando y cada episodio es una mezcla de sentimientos que ellos no comprenden. Allí es uno de los momentos de educar, de hablar sobre los sentimientos y las reglas, sin ceder.
* En la rutina. Los límites no se establecen en el momento del berrinche. Provienen en su mayoría de la interacción diaria y del ejemplo que vos mostrés. Los niños son unos grandes detectores de incongruencias, así que cumplir y hacer cumplir las normas es clave. Las instrucciones deben ser claras y expresadas con palabras sencillas, de manera que las pueda recordar fácilmente.